EL FALLECIMIENTO DE NICOLÁS LEVALLE

Gastón Partarrieu
Nicolas Levalle

28 de enero de 1902

FALLECIÁ EN BUENOS AIRES EL GRAL LEVALLE

Había nacido en el Reino de Italia, en Cicagna, Chiavari, Provincia de Génova un 6 de diciembre de 1840, arribando a Buenos Aires a la edad de cuatro años junto a otro hermano y sus padres, Benedicta Daneri y Lorenzo Levalle.

En 1857, a los 16 años ingresa a la Academia Militar. En el transcurso de más de cuarenta años de destacada actuación militar lo llevaría a participar en casi todas las campañas y combates del momento. Ocupó también, lo que habla de su capacidad, el cargo público de Ministro de Guerra y Marina entre 1886-1887, 1890-1892 y 1897-1898. 

En 1875 fue designado por el Ministro de Guerra y Marina Dr. Adolfo Alsina, como coronel de las tropas que debían ocupar Carhué en 1876. Así el 24 de abril se establecía a la orilla de la laguna de Epecuén fundado el “Fuerte Gral. Belgrano. Pese a las dificultades de dicha empresa, Levalle junto a su tropa resistió y se quedó, fundando el 21 de enero el pueblo de “Adolfo Alsina” en honor a su amigo y jefe. Tal fue su empeño que construyó aquí su morada, aunque su vida dedicada a la institución militar lo alejarían de Carhué como lugar de residencia.

LEVALLE, FAMILIA, ULTIMOS DIAS

Levalle se casa en Buenos Aires, el 12 de mayo de 1865 a los 25 años con Aurelia Ferreira, porteña, de 21 años, hija de José Ferreira y Josefa Zeballos, los cuales tuvieron tres hijos, un barón al que bautizaron Nicolás Melitón, y dos mujeres, una de ellas Aurelia, casada con Pedro Gallo y que vivió en Carhué hasta 1910 aproximadamente. Su otra hija, Julia Levalle se sabe se casó con el Tte. Crnl. Alfredo Cabot y que era compañero de armas con Melitón.

Nicolás Melitón Levalle, falleció en Buenos Aires el 21 de junio de 1888, a la edad de 29 a los, ostentando la Jerarquía de Teniente Coronel, dejando a Levalle un nieto pequeño –Nicolás Antonio Levalle- el que estaba en 1901 como tripulante en el vapor el cual lo trasladó a Francia con el objetivo de curarse

Su vitalidad ocultaba una enfermedad. Grande era su sufrimiento, es así que en 1901 el gobierno del presidente Julio A. Roca, en virtud de su servicio al país, costea todos los gastos necesarios para su curación en Europa. En abril zarpó llegando a Búrdeos, de donde se trasladó de inmediato a Paris, ingresando el 19 de mayo en la Maison de Sant Jean de Dieu, en donde fue operado el día siguiente del tumor que tenia en el labio inferior, producto de su habito al tabaco y en especial a los toscanos. Regreso a multas del mismo año y el 31 de diciembre era nombrado Jefe de la Región de la Capital.

Desgraciadamente la vida restante del valiente General iba a ser breve, pues falleció en Buenos Aires el día 28 de enero de 1902, a la 1 y 55 de la tarde, decretando inmediatamente el PE bandera nacional a media asta los días 29 y 30. Aquí los edificios públicos hicieron lo mismo e incluso en la sociedad italiana, del cual era miembro honorario, también alzaron la bandera a media asta. Fue para Carhué perder a su creador e impulsor ya un asiduo visitante a estas tierras que pese a haber poseído enorme cantidad de tierras en el distrito producto del premio otorgado por el gobierno, la bóveda en la que descansó por varios años fue prestada por un amigo .

En su despedida final hizo uso de la palabra, en nombre del "Círculo Militar", su presidente, el general José I. Garmendia, quien expresó lo siguiente : "Aquí en este modesto sarcófago: que no es suyo, prestado por la piedad de un amigo; aquí ante este féretro tan venerado para el soldado argentino y casi olvidado para aquellos que no han conocido los sacrificios del ejército, porque la ingratitud de los pueblos es un proverbio; venimos sus compañeros de armas a dar nueva vida por un momento a aquel intrépido adalid de las pasadas glorias que también se le pudo llamar el bravo de los bravos. "

ANÉCDOTAS

El Tte. Gral Don Nicolás Levalle fue uno de los personajes más fecundos en anécdotas. Lo ingenioso y picante de algunas de ellas, brotadas espontáneamente, a veces, en medio del fuego más intenso de los combates, le dieron fama en ese sentido.

Una de sus divisas, que muestra el respeto que sintió por la autoridad superior, sea cual fuere era la siguiente: "No hay puesto que no imponga deberes y no hay deberes que no pueden dejar de cumplirse."

MARCHAR Y MORIR

Cierto día de 1875 cuando el Ministro Adolfo Alsina preparaba las campañas al desierto convoca en el Fuerte Lavalle al Tte. Coronel Levalle para comentarle sus dudas y vacilaciones sobre la ocupación del Carhué. En la conferencia Alsina expuso con pena sus dudas, sus angustias y la impotencia a que por el momento se veía reducido por la falta del principal arma contra el desierto y el aborigen: el caballo. A esto el coronel Levalle contestó : “debemos marchar y morir. Si es necesario con las monturas al hombro en cumplimiento del deber que hemos aceptado ”. Así cumplía sus órdenes Levalle. 

MENSAJE A UN MINISTRO DE LA NACIÓN:

Es célebre aquella anécdota de su mensaje al Ministro Villanueva. Dicho funcionario, cuando llegó al ministerio, quiso cortar muchas corruptelas, entre otras, la de visitar por mucho tiempo ya cualquier hora a los ministros.

Cierto día, el general Levalle, fue al ministerio de Guerra. Como era lógico de acuerdo a las instrucciones recibidas, el portero le dijo que no podía anunciarlo, debido a que el ministro había dado la orden que no entrara nadie. Sorprendido el general lo interrogó de nuevo, oyendo la negativa del portero.

-Bueno-, le respondió; dile a tu jefe que NO CONFUNDA CAÑOS CON CAÑONES ......

TITULOS DE NOBLEZA

Su culto por el valor era de todos los momentos, no lo abandonaba ni siquiera en homenaje a las melifluas atenciones de la etiqueta. Estando en Francia, presentándole entre otras personas, a un joven de quién los demás hicieronle todo genero de elogios.

-Es barón desde hace algunos días, agrego algunos de los presentes; aludiendo a su título de nobleza.

El general lo miró entonces y con una sonrisa entre burlona y picaresca, le contestó:

- Quiere decir que yo soy más antiguo. ¡Yo soy varón desde que nací ¡En mi tierra, todos somos “varones”, desde el mismo momento en que venimos al mundo ..........

¡Hermosa lección republicana !, dada en aquella republica francesa, que tanto adora los títulos de nobleza.

GALLO LEVALLE

El general Levalle, viviendo en Buenos Aires, debido a su carrera militar y los cargos oficiales que desempeño, viajaba periódicamente a Carhué, a visitar a su hija, casada con Don Pedro Gallo ya sus nietos, que adoraba.

Estando, cierto día, en el patio de su palacio, conocido aquí como “Palacio de Gallo”, pasó cerca de él un de sus nietos. Al verlo sonrió cariñosamente y lo llamó:

-¿Dicen que tú firmas Gallo Levalle?

-Si, abuelito.

-Haces bien; yo no te digo nada, tienes derecho. Pero, ¿Sabes lo que significa firmar Gallo Levalle?

-Si, abuelito.

-Bueno, si eres capaz de sostener los dos apellidos y demostrar que eres realmente un “Gallo” Levalle, sigue firmando así. De lo contrario, quítate el Levalle y quédate con el  “Gallo” .....

CADA HOMBRE VALE POR CINCO

La respuesta dada a un superior demuestra el carácter del general Levalle. Durante el desarrollo de la guerra de Entre Ríos, el general Gainza que en ese momento era Ministro de Guerra, le preguntó al entonces Comandante Levalle, cuantas plazas disponibles tenía su batallón.

-Mil quinientos hombres, contestó Levalle, sin inmutarse.

-No es exacto; usted no tiene más que trescientos hombres.

-Justamente General, -contestó Levalle- pero tenga en cuenta que cada soldado del 5º, vale por cinco hombres.

Con esta contestación, quiso demostrar la confianza que tenía a los soldados de su batallón.

UN PEDIDO AL CORONEL LEVALLE

En los primeros días de la ocupación y luego de la fundación de Carhué, la miseria en el Fuerte Gral. Belgrano y en el insipiente pueblo era espantosa y cruel. Durante ese invierno el frío era terrible y la tropa no tenía uniformes adecuados al duro clima debido a que eran de verano. El hambre era aguda y asolaba a todos sin distinción. El proveedor sólo podía ofrecer algunas yeguas flacas. En todo el campamento no se podía hallar un pedazo de galleta ni una cebadura de mate. Estando en esta situación un grupo de sargentos, con el más antiguo al frente, se dirigió al fogón del Coronel Levalle a formulario un reclamo.

En aquel momento el asistente de Levalle “espumaba” un puchero de yegua completamente flaco y repugnante, como si fuera el mejor manjar del mundo, a la vez que el trompa de órdenes le “cebaba” mate; un mate en el cual la yerba había sido sustituida por el té pampa, sin azúcar, una infusión de un yuyo sumamente amargo y de gusto desagradable.

-¿Qué deseaba Sargento? -Preguntó el coronel al que encabezaba el grupo.

-Señor ...... mi Coronel ...... -balbuceó el viejo milico.- Señor ...... como no tenemos galleta ...... ni yerba ......

-Venían a pedirla, ¿no es eso?

-Señor ...... veníamos ......- y mirando la marmita en que se preparaba la comida del jefe y de donde salía un olor nauseabundo, y viendo al “viejo” coronel, saborear la infusión del té pampa en el momento no sabía que decir, le faltaban palabras para expresarse. Miró con cariño a su jefe y le brotaron estas palabras:

-Veníamos ........ a ganarnos una estaqueada por insubordinados e insolentes.

El coronel Levalle sonrió, fijó su mirada cariñosamente en su subordinado y dándose cuanta perfectamente de lo que pasaba por el espíritu de la tropa, dijo:

-Lo que ha venido usted, Sargento a ganar es una comisión. Ahora mismo, tome caballos y con diez soldados se marcha a relevar la guarnición del fortín Venado.

Tres días después de aquel episodio, el Sargento y sus hombres se batían con los indios, estos en número mayor, derrotándolos valientemente, recibiendo de su coronel, a la vuelta del chasque que llevó la noticia, un gran paquete de té pampa.

Era un sagrado obsequio que el viejo veterano recibió con lagrimas de entusiasmo y reuniendo a los soldados que mandaba en el fortín, les dijo:

-El que quiera tomar de este “yuyo”, ha de traerme de las orejas a un cacique.

Y es que Levalle ejercía sobre su tropa la acción de jefe y del caudillo.

Era respetado, adorado y admirado.   

PUBLICADO EN SEMANARIO NUEVA ERA Nº 931 DE 2007

Nicolas Levalle velatorio
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