JACINTO V. ROBILOTTE
PIONERO
“Con motivo de que 4en este año 2003 se cumplen 120 años de la llegada al país de nuestro ancestro Jacinto Vicente Robilotte, sus descendientes directos de la ciudad de Carhué, convocamos a las distintas generaciones Robilotte/Robilotta, a un Rencuentro familiar que tendrá lugar el venidero 11 de octubre», dijo a Nueva Era Luis Robilotte.
«El encuentro consistirá en un recordatorio ( en el cementerio local, en una misa en acción de gracias en la Iglesia Nuestra Señora de los Desamparados, y en una cena a llevarse a cabo en las instalaciones del Racing Club, por un valor de tarjeta de pesos quince; por ello, todos los familiares y allegados que deseen participar, deberán confirmar su presencia antes del 30 de agosto», agregó.
En tanto, Luis Robilotte proporcionó datos acerca del apellido Robilotte: «Es un apellido que se origina en un nombre personal, como tantos otros; y en este caso, Robilotte deriva de los nombres Robillard o Roberto, y entre los germánicos, significa gloria; las variantes del apellido son Robilotta, Robilotti, Robilotto, Rubilotta, Rioberti y Rabolini; y según una autoridad en lo referido a los apellidos italianos, es oriundo de Montemurro».
«Por lo tanto, todos los Robilotte/Robilotta llegaron a Carhué desde esa aldea correspondiente a la provincia de Bacilicata, en Potenza, Italia».
Acerca de la biografía de Jacinto Vicente Robilotte, y basándose en la información aparecida en el Álbum Radical de 1924, Luis Robilotte señala: «Don Jacinto Vicente Robilotte es italiano y llegó a Buenos Aires el 15 de octubre de 1883, a probar suerte en nuestro país sin más capital que su juventud, su voluntad y sus energías. Inmediatamente de su llegada, se puso en viaje en Tren hasta La Gama, lo que hoy es Lamadrid y desde aquella estación, hasta donde llegaba el tren, continúo su camino en carro a la casa de unos parientes que residían en el pueblo de Guaminí; y en este largo viaje por los campos, tuvo que soportar continuas lluvias, llegando a destino diez días después, entre distintas peripecias».
«Ya instalado en su nuevo destino, en la casa de sus parientes, se dedicó al cuidado de ovejas, iniciando su carrera en los trabajos del campo».
«Ese mismo año salían por primera vez al desierto con don Mauricio Duva, su primo, que había comprado un campo en la primera sección de la provincia de Córdoba. Siguiendo la ruta pasaron por Tren- que Lauquen; esa población estaba entonces construida por cinco ranchos de paja y adobe, potreros y fortines, de donde hacía pocos días habían salido los regimientos que allí tenían campamento para guarecer la campaña contra la invasión de los indios».
«Desde esta población, los viajeros siguieron la huella o camino que bordeaba la Zanja de Alsina, hasta 15 leguas, donde encontraron un rancho habitado por un inglés que vigilaba la propiedad de una majada de ovejas; allí pernoctaron, y al día siguiente emprendieron camino por la costa de la Zanja. A las doce del día hicieron alto en un fortín y vieron los reflejos del sol en los techos de zinc del fuerte Lamadrid, hoy partido de General Villegas. Allí hicieron noche, siguiendo al día siguiente la huella, hasta terminarla, continuando luego por huellas medio borradas, con el auxilio de brújulas hechas por los indios chilenos; el campo estaba quemado, tenía una espesa capa de cenizas, y había mulitas, piches, y se veían avestruces».
«Después de un trayecto bajo un sol fuertísimo, los viajeros, rendidos por la fatiga, el hambre y la sed, llegaron a un fortín con los caballos tan cansados que ya no podían dar un paso. Los viajeros devorados por la angustia y la terribe sed, sin tener a la vista dónde saciarla, resolvieron retroceder hasta el fortín Adolfo Alsina, distante unas quince leguas, que debieron recorrer, muchas veces, arrastrando las cabalgaduras de las riendas. Cuando llegaron, a las dos de la mañana, se tiraron desesperados a beber en un jagüel abandonado, cuyas aguas contaminadas por animales muertos, tenían en la superficie una capa de vegetación verde. Desde ese punto solitario siguieron retrocediendo hasta el fuerte Lamadrid, donde llegaron con el rigor de la siesta y más muertos que vivos, siendo recogidos por un estanciero, en cuya casa se quedaron ocho días para reponer fuerzas», relata.
Robilotte consideró imposible atravesar el desierto con los medios que disponían; y las noticias que recibían de los que encontraban en el camino, eran malas, ya que de dos compañeros que seguían el mismo trayecto, uno se apartó a buscar agua y desapareció sin dejar rastro, y el otro llegó hambriento al puesto donde ellos estaban; con tan luctuosas novedades, Robilotte decidió volver al punto de partida, y fue entonces que en el mes de mayo se puso en viaje a Carhué, dándose por satisfecho de haber escapado con vida de la aventura de cruzar el desierto».
«Ya en Carhué, Jacinto Robilotte vuelve a emprender el camino hacia la fortuna; y en oportunidad de recordar esa etapa de su vida, dijo: tengo el honor de decir que he ganado hasta $ 1.40 por día sin comida, hasta sumas que no he llegado a llevar la cuenta, pues cuando el hombre comienza a trabajar para sí propio, nunca sabe lo que gana, sino que va buscando de llegar al punto donde su aspiración le ha indicado».
«Trabajé cuidando majadas y en los montes cortando leña. En aquellos tiempos, en los montes se internaba la gente brava y matrera, con la cual había que andar con mucho cuidado, siendo muy difícil vivir con ellos, por lo provocadores y pendencieros que eran».
«Su esposa fue la fiel compañera, la que lo animó en sus desfallecimientos y le dio su ayuda en el trabajo; fue doña Isabel Robilotta de Robilotte, una antigua vecina que había llegado a Carhué en 1882; de su matrimonio con Jacinto Vicente nacieron veintiún hijos; y entre ellos, esa publicación cita a los que estaban vivos en 1924: Vicente, Ana, Elisa, Carmen, Juana, Pedro, Roque, Hipólita, Antonio, Mauricio, Angela, Domingo, Rosa y Oscar; el séptimo hijo varón: Do-mingo Victorino, file apadrinado por el presidente de la República Dr. Victorino de la Plaza», la Luis Robilotte.
«Los Robilotte/Robilotta llegados de Italia fueron Pedro Robilotta, nacido en 1841 y fallecido en Carhué el 5 de abril de 1912; era casado en Montemurro con Ana Angerami, nacida también en 1841 y fallecida en Carhué el 16 de enero de 1922; también llegó José Pedro, nacido en 1870 y fallecido en nuestra ciudad el 5 de abril de 1912; Isabel, nacida en 1875 y fallecida acá el 25 de octubre de 1925; Domingo, nacido en Montemurro en 1880 y fallecido en Carhué en 1952; Jacinto Pedro, nacido en 1882 en una carreta durante el viaje; Jacinto Robilotta, nacido en 1852, hermano de Pedro, Casado en Montemurro con Antonia San Martín o Sanmartino, nacida en 1852, y su hija Carmela nacida en 1878; Carmen Robilotte, nacida en 1859, y fallecida en Carhué el 14 de octubre de 1940, casada en Montemurro con Scipión Angerami, nacido en 1852, hermano de Ana Angerami; Domingo María Robilotta, nacido en 1860, fallecido en Carhué el 25 de agosto de 1943, casado en Montemurro con Magdalena Defina, nacida en 1860 y fallecida en nuestra ciudad en 11 de diciembre de 1926; Hipólita Robilotte, nacida en 1858, fallecida en Carhué el 30 ¡ de octubre de 1919, casada en Montemurro con Ambrosio Layetta o Laetta, nacido en 1850 y fallecido en Carhué el 24 de febrero de 1918 y su hija Carmela nacida en 1874 y fallecida en Carhué el 28 de abril de 1947».
«Además, Carmen Robilotte también nació en Italia en 1858 y falleció en Carhué el 24 de abril de 1896, estaba casada en Montemurro con Antonio Montesano, nacido en 1848 y fallecido en Carhué el 21 de noviembre de 1919, y su hijo Roque, nacido en 1878; Angela Robilotte, nacida en 1860, y casada en Montemurro con Domingo Angerami, nacido en 1856; Jacinto Vicente Robilotte, nacido el 1 de diciembre de 1862 en Montemurro, quien llega soltero a la Argentina el 15 de octubre y se casa en Carhué el 4 de enero de 1890 con Isabel Robilotta, hija de Pedro Robilotta y Ana Angerami, y fallece en Carhué el 20 de mayo de 1923».
«Hipólita, Carmen, Angela y Jacinto Vicente son hermanos, hijos de Vicenzo Robilotte y Aluisa Robilotte, fallecidos en Montemurro el 28 de noviembre de 1893, y el 28 de agosto de 1895, respectivamente», concluyó Luis Robilotte.
SEMANARIO CARHUE NUEVA ERA DEL 21 DE JULIO DE 2003