PADRE PABLO LELL
Sacerdote de Carhué entre 1980-2009
En 1980 el Presbítero Pablo Lell llegó a Carhué para hacerse cargo de la Parroquia Nuestra Señora de los Desamparados. Ocupó el respetado cargo de párroco con un perfil bajo. Rigurosa y firme personalidad, pero con un recibimiento muy especial por parte de los fieles que sintieron propio este ser tan especial. El padre era digno de conocer; talentoso, perspicaz y sutil, cuyas palabras causaban determinación y seguridad.
Había nacido en 1927 en la provincia de Entre Ríos, en una colonia alemana ubicada a muy pocos kilómetros de la ciudad de Paraná. Creció en una familia alemana, compuesta por 17 integrantes que cumplían rigurosamente con sus obligaciones religiosas. Concurrió a la Escuela Parroquial de esa zona para hacer sus estudios primarios, y al mismo tiempo cumplía en las tareas rurales con su familia.
En marzo de 1940 ingresó al Seminario de la Orden del Verbo Divino, en Villa Calzada (hoy Rafael Calzada), luego se trasladó a Esperanza (Santa Fe), y concluyó nuevamente el noviciado en Villa Calzada. También estudió y se dedicó a la música como organista.
Cuando llegó el momento de su Profesión Perpetua, fue transferido al Obispado de Bahía Blanca, cuyos seminaristas hacían los dos últimos años en La Plata, cursando materias de teología en esa ciudad. Recibió el orden presbiteral el 27 de noviembre de 1955. Su primera misa fue en la Abadía de San Benito en Capital Federal.
DESTINOS
Como primer destino fue asignado a la ciudad de Punta Alta. Luego estuvo en Dorrego, Pigüé y Cabildo. Por un permiso especial fue a Los Angeles (USA) como misionero por dos años. A su regreso (1972) fue designado a la Parroquia de Puan. Allí contrajo una artritis reumática que lo llevó nuevamente al clima seco y caluroso de California. En Estados Unidos completó siete años entre filipinos, mejicanos y gente de toda Sudamérica. Para solucionar el problema del idioma fue a una Escuela Popular para adultos. La Parroquia en la que estaba tenía a su cargo 14 hospitales de convalecientes.
Le gustaba la vida en USA, pero regresó al pedido de su país de origen.El destino a su vuelta fue De la Garma. A ese pueblo pequeño llegó la noticia del cargo vacante en Carhué a través de un vecino local que le acercó la noticia.
EN CARHUE
Su actividad al frente de la Parroquia de Carhué fue intensa, debía atender también la Capellanía del Colegio San José y Capellanía de las Hermanas de Vatteone. Acompañó a la Comunidad de Carhué durante los años más difíciles de la inundación, aquellos en que únicamente la fe y la oración podían sostener la esperanza de quienes todo lo habían perdido.
Mirta Amalia Arias, colaboradora de la parroquia y del Padre Pablo Lell, lo recuerda con cariño. “Tenía devoción por los niños y prestaba especial atención a ellos y a los ancianos”, comenta. “Me emociona profundamente hablar del Padre Pablo Lell. Me conmueve esta pausa, el recordar… descubrir cómo Dios nos permite ser instrumento para llevar adelante su plan. Nací en una familia muy religiosa. Mi abuelita me enseñó las primeras oraciones y con mi mamá asistía los fines de semana a Misa.
Cierto día un hermano en la fe, Néstor Hipperdinger se acercó para hablarme de Dios y lo escuché atentamente. Después de varias visitas me invitó a vivir junto con mi esposo Ernesto, la experiencia de un Cursillo de Cristiandad. Esos días no los olvidaré jamás, Jesús entró en mi corazón para quedarse. Al finalizar el Encuentro nos dijeron que nos presentáramos al Párroco para comentarle esta vivencia y ofrecer nuestra colaboración.
Recuerdo que el Padre Pablo nos citó para un día determinado y para ello preparó prolijamente la mesa, el mantel, la biblia, nos felicitó y nos habló de Dios. Con el corazón rebosante de alegría me despedí del sacerdote prometiendo a Jesús trabajar activamente por su Reino. El Padre Pablo me tomó de la mano, y yo con la otra, afiancé ese vínculo.
A partir de allí comencé a colaborar en las tareas parroquiales, mientras crecía en la fé porque el Padre Pablo aprovechaba todos los momentos para hablarme de Dios. Todo esto me hacía muy feliz.”
EL SER HUMANO
Mirta quizá sea la persona que más lo conoció. “Esa unión me permitió conocer a una persona maravillosa, muy culta, amaba el arte, la música, la tecnología. Dedicaba especialmente su tiempo a los niños y a los ancianos. Con el paso del tiempo, me nombró Catequista y reiteradas veces lo vi jugar al fútbol con los pequeños y contarles hermosos cuentos relacionados con la vida de Jesús.
Luego, toqué el Cielo con las manos cuando me ofreció ser Ministro de la Sagrada Comunión. El Padre sentía una gran devoción por los enfermos, a cualquier hora los visitaba. A tal punto que, en un momento estando internado, le avisaron que había ingresado al nosocomio una persona grave y que solicitaba la Unción de los enfermos. Me dijo… “Mirta ¿traería los oleos de la Parroquia?” Fui corriendo… cuando regresé estaba parado delante de la cama con la bolsa de suero en la mano, preparado para trasladarse hasta la habitación de la mujer. Rezó, cantó, administró el Sacramento y la señora quedó en absoluta paz.
SU LOGROS
Le tocó celebrar austeramente y casi de manera desapercibida el centenario de nuestra parroquia en octubre de 1986. También le tocó luchar contra el deterioro del edificio desde el momento mismo que se hizo cargo de nuestro templo.
Durante su estadía al frente de la Parroquia se refaccionó su edificio y se construyó la casa Parroquial y salones de catequesis ubicados en calle Plaza Levalle N° 69. Fueron inaugurados el 13 de marzo de 1999.
El 10 de agosto de 2002, el Obispo de Bahía Blanca, monseñor Rómulo García bendijo la Capilla San Cayetano, en el Barrio Arturo Illia, obra impulsada por el padre Lell y para lo cual puso hasta dinero de su bolsillo.
En el año 2005 el padre Pablo celebró sus 50 años como sacerdote, y dejó a la feligresía el recuerdo del vitreaux en honor a la Santísima Trinidad que se ve en el ábside del templo. Dice la leyenda: “En homenaje a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, Nuestra Señora de los Desamparados y a mi querido pueblo de Carhué”. En una de las naves laterales del templo también se colocó otro con la imagen de la Virgen Desatanudos en Noviembre del mismo año. El Padre Pablo explicó “es una Virgen alemana, cada nudo significa un problema que la persona lleva a la Virgen, por eso de un lado está el ángel presentándole una cinta con un nudo y del otro lado la cinta ya no lo tiene.”
HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO
“El Padre Pablo dedicó su vida a Dios y a la Comunidad de Carhué hasta el último día de su vida. Casi no podía caminar pero celebraba la santa Misa todos los días” asegura Mirta.
“Recuerdo el último bautismo, fue a dos mellicitos varones. Después de la Celebración del día domingo no tenía fuerzas para continuar, pero el deseo de que esos niños fueran hijos de Dios fue más fuerte. En el momento de derramar el agua sobre la cabeza de uno de los niños, no podía sostener la jarrita. Suavemente, sostuve su mano y la jarrita… En ese momento sentí muy fuerte la presencia de Jesús. Mi corazón latía aceleradamente, a la vez que crecía el amor y el compromiso por mi apostolado.
A partir de allí, su salud se fue deteriorando y fue necesario internarlo en el Hospital Italiano de Bahía Blanca. ¿Cómo no acompañarlo en esos momentos que tanto nos necesitaba? Alquilamos un departamento muy cerca del Hospital y con la colaboración de Daniel Nieto y su esposa lo cuidamos y le brindamos todo el cariño hasta el día de su fallecimiento.
El velatorio se realizó en el templo, la Comunidad durante todo el día lo acompañó con la oración junto al Padre Javier Martínez. También los sacerdotes que en gran cantidad vinieron a rezar por él cantaron el Canto Gregoriano Regina Coeli mientras su alma se elevaba serenamente al Cielo.
El Padre Pablo fue un verdadero santo y desde el Cielo nos envió al Padre Matías para que continúe la obra evangelizadora y nos muestre el camino hacia Dios Padre.
Falleció el 4 de octubre de 2009. Hoy sus restos descansan en su pueblo natal.
GASTON PARTARRIEU
PUBLICADO EN LIBRO BAJO TU AMPARO. 130 AÑOS PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS CARHUE. 2016.