SALA OCUPACIÓN MILITAR

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El cabildo de Buenos Aires tenía su sustento en un recurso importando: el ganado cimarrón liberado en la pampa con los primeros asentamientos. El crecimiento de Buenos Aires y su economía agropecuaria exigía cada vez más una “campaña” despejada de indígenas, fuerte competidor con el único recurso.

Incentivados desde ambos lados de la cordillera para extraer las vacas cimarronas, las comunidades tehuelches y araucanos se habían ido expandiendo desde el sur y suroeste, amenazando cada vez con más fuerza la tranquilidad de las posiciones españolas. Entre estos dos mundos en choque, se conformaba la “Frontera”.

Unas décadas antes de la creación del Virreinato del Río de la Plata (1776) se construyen los primeros “fortines” como medio de afianzamiento de dicha frontera. Se había instaurado un sistema defensivo con los fortines que perduraría hasta culminado el proceso de ocupación, allá por 1885.

Entre 1834 a 1873 la pampa salvaje tiene a un cacique como absoluto dueño y señor: el cacique Callfucura. Los malones se suceden constantemente a pesar de los tratados que el gobierno realiza concediendo derechos a cambio de obligaciones equitativas, además de pagos en ganado, vivieres y vicios. El avance de la frontera, que había sido notorio hasta 1830, vuelve a esos mismos lugares en el reinado del máximo cacique de estas tierras.

Hacia 1867, producida la unión definitiva del país, la Ley 215 del 13 de agosto ordenó llevar las fronteras interiores hasta los ríos Neuquén y Negro, pero la Guerra del Paraguay lo impidió.

En 1874 el presidente Avellaneda decidió enfrentar el problema territorial para el desarrollo agrícola del fuerte sector ganadero bonaerense, cuya explotación ayudaría a superar la crisis y a completar la transformación económica y social, se argumentó. Por otra parte permitiría asegurar la soberanía territorial argentina en la región patagónica.

Adolfo Alsina, Ministro de Guerra y Marina, presentó al Congreso un plan que consistente en un avance gradual de la frontera, mediante la construcción de sucesivas líneas de fortines. Cada una de ellas debía complementarse con el establecimiento de poblaciones, plantaciones y el reparto de las tierras. El plan trataba de incorporar en forma segura terrenos a la producción, mientras que se intentaría tentar a las tribus originarias a insertarse dentro de la frontera o alejarse fuera de los límites del Rio Negro.

El plan preveía la construcción de dos líneas de fortines, comunicadas por el telégrafo y separadas por 20 o 30 leguas. La línea exterior estaría unida por una zanja continua, que dificultaría la retirada de los indios en caso de ataques, permitiendo derrotarlos y recuperar el botín.

En 1876 se ocupan los cinco puntos más importantes del territorio indígena: Guaminí, Puan, Trenque Lauquen, Italó y Carhué. Contaban con 3.686 soldados armados con fusiles y carabinas Rémington y un sistema novel de comunicaciones: El telégrafo.

Pasados 9 meses de la ocupación, el 21 de enero de 1877, el Tte. Crnl Nicolás Levalle, Comandante de la División Sud, funda el “Pueblo de Adolfo Alsina”, hoy Carhué.

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