UN INCENDIO DESTRUYE EL HOTEL EPECUEN

Gastón Partarrieu
HOTEL EPECUEN INCENDIO SAPARRAT CINE CARHUE

19 de septiembre de 1942

UN INCENDIO DESTRUIA TOTALMENTE AL “HOTEL EPECUEN”

El Hotel Epecuén nace en la década del veinte junto con el despertar turístico de Carhué y el Lago Epecuén. Sus primitivos propietarios fueron los hermanos Saparrat y se ubicaba en la intersección de las actuales calles Rivadavia e Hipólito Yrigoyen,  en las ex-instalaciones de la Agencia Jhon Deere y Cine Gran Sud.

Su salón fue escenario de veladas teatrales, boxeo, bailes, y hasta una “Boite Tropical” que se publicaba como muy novedosa, pero que en realidad no funcionó. A poco de abierto y por su gran salón, funcionó una sala de cine y teatro que, durante los veranos dejaba paso a las funciones propias del hotel, como comedor, salón de bailes, etc. 

Sin embargo, tras casi veinte años de existencia un día 19 de septiembre de 1942 se incendia totalmente hasta quedar en ruinas. Fue un triste suceso que impresionó a la comunidad y esta es su historia: 

LOS COMIENZOS

Nacido junto a los hoteles lujosos que se comenzaban a instalar a la vera de la laguna allá por los años 20, fueron sus propietarios los hermanos Saparrat quienes lo trabajan y amplían hasta que por quiebra, a principios de los años 30, lo alquilan primero y venden luego a la firma Almaraz y Molina.   

En marzo de 1931 se hacen cargo del hotel los srs. Alberto Almaraz y José Molina planeando un nuevo programa de actividades, y por sobre todo manteniendo abierto el hotel todo el año, incluso recibiendo pensionistas. La cocina del hotel Epecuén fue atendida desde ese momento por Molina, italiano,  y reconocido “grenier Chef” local por haber trabajado hasta esa fecha en la cocina del Hotel Las Delicias, uno de los primeros hoteles de la villa balnearia.  Por su parte con el Cine se prometían nuevas películas y  obras teatrales, caso la presentación de la compañía de Arturo Podestá el 26 de marzo. Los días domingos el chef Molina ofrecía  ravioles, tallarines verdes y comunes, que se debían retirar en el propio hotel.  

En noviembre de ese mismo año se lleva a cabo la liquidación por quiebra de sus propietarios,  los hermanos Saparrat. Dice el aviso:  “Este martillero,( por Blas Ciancaglini n.a.)  por orden del síndico liquidador de la quiebra Saparrat Hnos y Cía, procederá a rematar el día miércoles 11 de noviembre próximo a las 10 de la mañana y días subsiguientes, hasta su terminación, en el local Hotel Epecuén, todas las existencias pertenecientes a dicha quiebra, ....”

Las existencias fueron adquiridas por la firma comercial Almaráz y Molina quienes arrendaban desde marzo el hotel. A partir de allí el establecimiento pasó a denominarse “Cecil Hotel”. Los vaivenes económicos de la actividad turística debido, posiblemente, a la inestabilidad histórica del caudal de la laguna, hizo que esta firma deje el hotel a la temporada siguiente..

Con fecha 1º de noviembre de 1932 se hace cargo del mismo el señor Francisco Picone, quién retoma el nombre original, efectuando refacciones e instalando una pista de bailes al aire libre en el espacioso jardín del hotel.  Picone fue durante muchísimos años propietario del Hotel Carhué, ubicado en Moreno y Roque Sáenz Peña, alquilándolo en 1932, para así hacerse cargo del Epecuén Hotel, mucho más amplio, con pista de baile y gran salón para cinematógrafo.

Alrededor de Agosto de 1935 el Hotel Epecuén pasa a manos de José Allende, ex jefe de cocina del Plage Hotel, algo muy valorado antaño en los servicios de un hotel. Allende era español y en esos momentos tenía 48 años, habiendo llegado desde muy joven al país. Se había iniciado en el Plage Hotel, siendo uno de sus primeros jefes de cocina, para luego en 1928 arrendar la pensión “La Moderna” de Armitano.

Dn José Allende fue el último propietario del Hotel Epecuén y del cine. Durante 1937 Allende arrienda la sala para cine a Marino Hnos quién mantendrán el cine por una temporada para continuar con la explotación Dn José Allende hasta 1942. En 1941 traslada su empresa cinematográfica por poco tiempo al Cine Splendid, que funcionaba en el Hotel Roma y que había sido reacondicionada en 1935.

 EL INCENDIO

Ese día sábado había trascurrido con normalidad, como casi todos. Por estar cerca del comienzo de la temporada ya debía haber algunos turistas, no faltando algún que otro viajante y varios pensionistas. Desde agosto, cuando los “Amantes del Arte” habían presentado una obra teatral, no se habían efectuado funciones. La competencia del Cine Epecuén era entonces el Cine Rivadavia, el que funcionaba en el hotel Roma y por esos momentos ofrecía mejores y nuevas películas. Hasta ese agosto el Cine Epecuén proyectaba películas aceptables y entre  medio de ellas los famosos “Sucesos Argentinos”, boletines fílmicos del quehacer argentino.

Era de noche. De pronto se escuchó en sus pasillos la alarma de los primeros testigos. En medio del caos muchos corrieron hacia fuera, mientras que los más valientes seguro intentaron sofocarlo. Pronto la gente del vecindario comenzó a agruparse frente al edificio que comenzaba a despedir humo por sus ventanas. La policía también llegó pronto. Muchos fueron los vecinos que ayudaron con baldes y agua. Pero era demasiado para esos medios y el hotel se consumió bajo las llamas. Proyectos y esperanzas se quemaban a la par del edificio.

La vida para su propietario ya no sería igual. Con 55 años debía comenzar de nuevo. Y lo hizo. Volvió a la actividad con su pensión “Allende”, aquella que había adquirido a Armitano. Así en 1944 vemos en los semanarios que brindaba pensión, bajo supervisión del profesorado,  a los alumnos del Instituto Incorporado Aguirre, novel institución educativa del pueblo que funcionará desde 1943 a 1946.

Las ruinas del hotel Epecuén permanecieron en pie como mudo testigo de aquel día de 1942, hasta que en 1945 se efectúa el remate de demolición, vendiéndose lo que se pudo salvar. De entre sus escombros nacería en 1950 el Cine Gran Sud que comenzaban a levantar los hermanos Jardo.

LAS REPERCUSIONES

Ante este lamentable suceso y por primera vez en las medios escritos, una editorial reclamaba la organización de un cuerpo de bomberos, o por lo menos mancomunar los esfuerzos para poder paliar estos siniestros que desmoralizaban a la comunidad. La crónica periodística nos comenta lo siguiente: “ A raíz del voraz incendio [...] ha vuelto a originar en el comentario público la necesidad de dotar a nuestro pueblo de por lo menos, elementales medios de defensa para combatir esa clases  de siniestros.

No hay duda, que no se puede pretender que llegue a existir [...] un cuerpo de bomberos con modernos elementos para combatir el fuego.

[...]Pero eso no quiere decir tampoco, que no se puedan adoptar algunas providencias que tomadas con un poco de criterio y buena voluntad, por parte de autoridades y vecindario, ponga en emergencias como la del sábado, la posibilidad de intentar un esfuerzo de defensa.

[...] en nuestro pueblo, cuando se ha producido un incendio hemos visto la acción decidida de la policía y vecinos prestando su cooperación para extinguir el fuego. ¿De que elementos se han valido en esos oportunidades? de los camiones regadores de la municipalidad. Es decir que se ha echado mano del único elemento de defensa disponible. Si los camiones regadores de la Municipalidad pueden ser parte de un elemento de defensa, podría ir pensándose en sincronizar esos servicios. Por ejemplo, todos esos camiones deberían estar, especialmente de noche, listos para una emergencia de esa naturaleza. [...] la policía, que es la que por lo general primero recibe la noticia del siniestro, debería estar preparada, con elementos adiestrados, para hacer uso de esos elementos. ¿ Que faltan mangueras adecuadas? Se compran.  [...] Lo mismo, construir sobre un chasis  automóvil, un tanque central de agua, desde donde por medio de presión se elevara el agua por medio de mangueras. Los demás camiones servirían para abastecer a ese tanque central, [...] .

Lo que hemos expresado, puede que no sea muy eficaz, pero es por lo menos, una posibilidad de combatir el fuego, en forma más ordenada y práctica, que como se hace habitualmente, improvisadamente y sin táctica.”

Carhué recién estuvo protegido desde 1964 cuando se creo el ejemplar cuerpo de Bomberos Voluntarios que poseemos. 

PUBLICADO EN SEMANARIO NUEVA ERA Nº 912 DE 2006    

Allende jose , hotel epecuen

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